La evasión fiscal es su gran preocupación y por lo visto, se han implementado un sin número de acciones para contrarrestarlo, sin pensar que el kiosco es la alternativa más saludable para salir de la crisis.

En nuestro país, según informan Adgya (Asociación de Distribuidores de Golosinas y Afines) y Ukra (Unión de Kiosqueros de la República Argentina), hay más de 100.000 puntos de venta que se dedican a la venta de golosinas y afines, entre ellos, podemos diferenciar a Kioscos, Maxikiosco y Drugstores. Sumando a estos, almacenes, minimercados, autoservicios y librerías-kioscos, podemos acercarnos a un total de 250.000 puntos de venta total país, que venden cigarrillos, linda cifra, NO.

El gobierno al analizar esta cantidad de puntos de venta y suponer que existe un altísimo porcentaje de evasores, pone foco a sus acciones para minimizar la perdida de divisas cruciales para ellos en la subsistencia de su administración, como contrapartida, los malos llevan a los buenos a la debacle, las acciones son siempre al montón, sin premiar a los que cumplen o merecen un trato diferencial.

En un contexto donde la economía del país atraviesa su peor momento, no debe perderse de vista la importancia de los kioscos (Pymes) y entre ellas los puntos de venta que comercializan golosinas y afines, en este caso puntual, principalmente CIGARRILLOS.

Las Pymes, un sector privado dinámico de Argentina cuyo funcionamiento deben priorizar las políticas gubernamentales, tema que no se está cristalizando en forma positiva.

Las pequeñas y medianas empresas (pymes), se destacan por la fuerte incidencia en la provisión de fuentes de trabajo, que son la base fundamental del tejido social.

Según la Fundación Observatorio PyME (FOP), el sector en Argentina produce más del 50% de la riqueza nacional y cerca del 70% del empleo. Por lo tanto, no estamos hablando de un actor productivamente marginal.

Al contrario, a la luz de esos números, cabría postular que el ciclo económico de las pymes argentinas condiciona de manera determinante el ciclo económico del país.  De suerte que, como le vaya al sector, así le irá también a la Argentina.

En términos normativos, una pyme (según la FOP), es “una unidad económica, dirigida por su propietario de forma personalizada y autónoma, de pequeña dimensión en cuanto a número de trabajadores y cobertura de mercado”. 

Los criterios para definir qué empresas son o no son pyme en la práctica -al igual que en la legislación- varían de país a país, pero en la mayoría de los casos las pautas empleadas observan el tamaño de los negocios en función de la facturación anual en ventas (que debe ser ajustado permanentemente con respecto a la inflación), y el número de empleados que ocupan.

En Argentina las pymes tienen una idiosincrasia atada a la historia económica del país. De hecho, han sido ellas las que han sufrido y sufren con mayor impacto las recurrentes crisis económicas.

En este sentido, estas empresas siempre se muestran preparadas para adaptarse a los cambios en el entorno político-económico. Esto en parte obedece a su estructura pequeña, lo que les otorga mayor flexibilidad.

Las crisis económicas en Argentina –un país que conoce de inflación, recesión y colapsos financieros- han sido recurrentes, hoy vivimos otra de ellas. En este entorno, las pymes han devenido en actores sobrevivientes, desarrollando un bagaje de saberes y prácticas para adaptarse a los tiempos malos, hoy sufren este colapso nuevamente, pero ya con más experiencia, pero, con el mismo problema que en otras épocas, si persiste, ellas son las primeras en desaparecer. Esto lo sabe el gobierno y a las sobras aplica su criterio de entendimiento, que ya, todos sabemos cual es.

“Manejar una pyme en Argentina es como hacer una maestría de negocios acelerada”, es una de las frases que se escucha para graficar la habilidad que tienen estas empresas de hacer frente al historial de cambios bruscos en el entorno.

Las pymes argentinas tienen una gran capacidad de resilencia, un término que en psicología se refiere a la habilidad de los sujetos para sobreponerse a períodos de dolor emocional y trauma.

Según una última encuesta entre los empresarios pymes, los temas que más les preocupan están asociados a una carga impositiva asfixiante, las tarifas de los servicios y a la inflación. A eso se suma la inestabilidad política y económica que exhibe el país, lo que agrega incertidumbre a los negocios.

El kiosco no se aparta de esta realidad, ya que, en su trasfondo, es una representación de una PYME, son en argentina muchas empresas que están tratando de subsistir en un concepto económico que no quiere el desarrollo de ese segmento, no nos olvidemos que producen más del 50% de la riqueza nacional y cerca del 70% del empleo; y esos porcentuales son los que la política económica actual, quiere bajar a toda costa y la reforma tributaria es como un escopetazo que baja todo lo que tiene al frente, sin importar quien sí y quien no, lo merece.

El kiosco, es parte del ADN de los argentinos.

Desde un majestuoso local en un shopping hasta una pequeña ventanita en chaco: los kioscos argentinos son tan versátiles como únicos en el mundo y demuestran parte de nuestra idiosincrasia nacional.

Cualquiera que haya viajado más allá del Río de la Plata sabe que no existen los kioscos o al menos, no existen tal como los conocemos aquí. Como emprendimientos de todo tipo de tamaño y estructura, en donde se pueden conseguir desde golosinas hasta gaseosas, cigarrillos, figuritas coleccionables, preservativos, panchos y recargas de SUBE. 

Los kioscos pueden ocupar toda una esquina o apenas un pasillo; estar abiertos las 24 horas o cerrar a la hora de la siesta; ofrecer asientos con una pantalla de televisión o tener cajas de cartón amontonadas como mostrador. Son una pequeña empresa, pero también el primer "rebusque" cuando el desempleo golpea a una familia y se abre la persiana de la ventana que da a la calle con un cartel escrito a mano.

El cigarrillo y la evasión

El gobierno no deja de pensar en el sí número de listas de precios de cigarrillos que pululan en el mercado y eso es igual a evasión. Y la evasión debe controlarse y castigar, sin importar que esas listas de precios diferenciales representan la ganancia de un tipo que tiene que invertir mucha guita y tiempo, para ofrecerle al público una variedad de productos y ganar por ellos migajas, que no le alcanza ni para comprar lavandina para limpiar el piso del local.

Pero esto es recurrente en esta administración, no hay igualdad de condiciones, no saben diferenciar, quien si y quien no, y lo peor, están aprendiendo en el día a día. Esto no sería un problema, si no me hubieras vendido que venian con el mejor equipo de los últimos 50 años.

Vamos che, entre gauchos no vos vamos a pisar el poncho.